martes, 25 de agosto de 2015

Capitulo 2: Un día de ira

En Colombia, Robert Alvarez de 14 años dedicaba su mañana a recolectar las naranjas junto a su padre santos en su finca de la Montaña. Un naranjal fructífero y de aire fresco, la brisa de la montaña era acompañada por el olor al cítrico maduro y a la grama recién cortada, habían trabajado duro esa mañana cuando llega corriendo despavorido uno de los agricultores vecinos -¡vienen paramilitares!-
Santos al saber lo que se avecina le ordena a Robert que corra lo mas rápido que pueda y se esconda. Le hizo prometer que no importara qué no se dejaria ver, que todo iba a estar bien.
El niño corre al desespero y resuelve meterse en el montón de grama y maleza que habían cortado, era lo suficientemente grande para disipar alguna sospecha.
Robert, metido en la pila de vegetación ve a lo lejos como su padre y el vecino son rodeados por los paramilitares y maniatados. El grupo peina la finca y luego se marcha llevándose a los dos hombres, por cosas del destino nunca revisaron donde se había escondido...
Muy de vez en cuando caminando por la ciudad, estos son los recuerdos que irrumpen en Robert, podía saberse por el cambio en su mirada de un estado cualquiera a impotencia y melancolía. Ya era mayor, un hombre alto de contextura fuerte. La ira la drenaba con ejercicio... y tenia mucha. Tenia una mano vendada gracias a un puñetazo que le dio a un poste hace ya unos días, costumbre habitual que también abarcaba a pesados de mal carácter.
Esa mañana había terminado su entrenamiento y solo caminaba pensativo por la avenida entre siluetas antropomórficas y sonidos opacos dejando pasar el tiempo, era una rutina muy común dejarse llevar por la melancolía al estar cansado, pensando en el presente y el pasado.
Decide ir al parque, un lugar tranquilo donde podía dejar de pensar y disfrutar cuando estaba de malas, compra una limonada enorme y se sienta a ver el agua pasar cuando le llama la atención gente acercándose a la mitad del puente que cruza el río. Algo lo llama a acercarse también, con intriga se apresura a ver.
-solo corrió y cayo al agua - decía una mujer atónita, -¿un suicida?- se preguntaban algunos; Robert al llegar ve al fondo, con la piel herizada y una mirada fuerte salta el barandal y se lanza sumergiéndose cual foca en su medio para desaparecer de la vista de los presentes. El silencio y una calma intranquila inundan el espacio...

domingo, 23 de agosto de 2015

Capitulo 1: El bullterrier y el susurro de la niña

Alan Stazman, un hombre común en una vida común, una casa, un trabajo de oficina, un gato, una vida rutinaria. Todas las mañanas el mismo desayuno con alguna variante a veces pan con jalea y jugo de naranja, otros le adhería tocino, ir al trabajo hasta la hora de salida, sentarse una hora en el parque y caminar a casa las 8 cuadras que le tomaba llegar a la oficina en las mañanas, un hombre común en una vida común, controlada y rutinaria. cada mañana pasaba por la misma acera camino al trabajo, un relojero llamado excepcional, nunca perdía un dia, tampoco llegaba tarde, se dedicaba el dia a mirar por la lupa los mecanismos averiguando fallas y arreglando las maquinarias de los más finos relojes pero eso si, era selectivo, rechazaba la baratija, esa se las dejaba a sus compañeros de trabajo con menos habilidades...
a través de la ventana contigua a su escritorio la gente en la calle le llamo la atencion
-estas mirado, deja de mirarme...-
-voy tarde-
-este me ha pasado por al lado y no me ha reconocido, que se joda!-
-no tengo el dinero, lo mejor es que me vaya de la ciudad y desaparezca-
a cada persona que veía le imaginaba lo que pensaba, una manera de distraerse por un momento, era una costumbre que tenía ya desde niño, imaginaba un mundo donde el era el guionista de la trama, a veces era el protagonista principal y a veces solo el narrador, a veces no era nadie, tan solo un espectador más. Tal vez siempre estuvo cansado de la realidad -puede que ya viniera cansado de la vida anterior, por eso me la paso imaginando- se decía a si mismo de vez en cuando en esos momentos de silencio filosófico donde trataba de desvelar la razón de vivir, de las cosas que pasaban y del futuro que solo podía imaginar en su mente.
Debo concentrarme en el trabajo se decía a si mismo para entrar en razon, de repente escucho una voz -estan observando- una voz de niña susurrando, era como las que imaginaba al ver las personas en la calle solo que esta vez no la habia creado el. Penso que habia alguien en la habitacion pero solo habían relojeros enfocados en sus lupas y peter, el más joven de los compañeros leyendo un manual del fabricante, Latitud modelo N40, Alan le preguntó -has dicho algo?- pero peter estaba tan adentrado en la lectura que solo lo vio por un momento con una mirada desconcertada regresando al final a su lectura. -Debo estar cansado- se decia a si mismo tratando de hallarle lógica, -el subconsciente en momentos de estrés puede actuar de manera errática creando alucinaciones o señales fantasmas, como un sueño estando despierto- sus autoexplicaciones le satisfacen para continuar trabajando como todos los días.
a la hora del almuerzo Alan camina al parque, un hermoso lugar con árboles frente al río que cruza la ciudad cercano al puente principal que une la parte norte de la ciudad con la sur, madres paseando a sus infantes en coche y gente trotando por la caminería de un lado al otro, Alan siempre se preguntaba que los motivaba, que hacía que tuviesen tanta energía para realizar actividad física justo al mediodía cuando es donde hace más sol, claro, una persona acostumbrada al trabajo encerrado en una oficina le debería llamar la atención romper la rutina pero en este particular caso lo sentia una sensacion fuera el mismo y sin embargo muy de vez en cuando salía a contemplar dichos eventos cuando se percata de un graffitti en un muro a los lados del puente, aparentemente nuevo de un bullterrier mordiendo un hueso con expresión de ganador y de pronto...
Alan corre desesperado a puente que cruzaba el río olvidando sus cosas en la banqueta como si no importasen, lo único vital era llegar lo antes posible al puente. Corrió tan desesperadamente que al llegar a la baranda en la mitad del puente se detuvo en seco totalmente cansado y desconcertado. la gente a lo lejos lo veía extrañados por tan aleatoria accion. Alan busca desconcertado viendo la baranda y el agua debajo del puente, estaba tan en mala forma física sin aliento y mareado por la falta de aire -vaya, deberia correr mas seguido- sintió como su cuerpo se desvanecía fríamente y la vista le nublaba, con tan mala condicion fisica habia llegado al extremo del agotamiento. Alan solo cae desvanecido por la baranda al profundo rio, la gente corre desesperada hacia el lugar donde Alan estaba pero sin ver rastros de el.
Alan Stazman se hunde en el profundo río, no se puede mover, su cuerpo está dormido mientras su mente divaga con las sombras del fondo y las luces de la superficie volviendo a escuchar una vez más la voz de la niña -están observando...- mientras es devorado por la oscuridad de las aguas.
-es como un recuerdo que no puedo encontrar...-